Hoy en día el papel de Alemania en la política global y regional se ha consolidado como potencia económica, con un perfil militar limitado. Los devastadores efectos de la Segunda Guerra Mundial empujaron a los líderes alemanes a tomar una posición más pacifista, convirtiendo al país en el motor económico de Europa durante las décadas posteriores al conflicto con el fin de mantener el compromiso de responsabilidad histórica por el nazismo. Dicho compromiso está explícitamente recogido en la Constitución alemana (Grundgesetz), que delimita el uso de la fuerza y el despliegue de fuerzas militares está sujeto a control parlamentario y cooperación internacionali. De hecho, en julio de 2011 el ministro de Defensa, Karl Theodor zu Guttenberg anunció la suspensión del servicio militar obligatorio en el país, calificando la medida como “responsable y acertada”ii. Esto permitió que países vecinos como Francia tomasen el liderazgo militar en el viejo mediante el desarrollo de capacidades militares avanzadas y un arsenal nuclear independiente.
Sin embargo, la agresión rusa a Ucrania en 2022 marcó un punto de inflexión en la política exterior alemana, hasta ahora pacifista. Durante su mandato, el canciller Olaf Scholz anunció la denominada Zeitenwende, concepto que hace referencia a la necesidad de un giro estratégico con el fin de fortalecer la defensa nacional y europeaiii. Como consecuencia, Alemania se comprometió a aumentar su gasto en defensa y a modernizar sus Fuerzas Armadas (Bundeswehr). En 2025, el canciller Fridrich Merz se ha propuesto construir el ejército más fuerte de Europaiv. Para alcanzar este objetivo, el gobierno alemán ha publicado recientemente nuevos presupuestos que elevan a niveles récord el gasto en defensa con el fin de alcanzar el 2% del PIB marcado por la OTAN para 2026 y previsiblemente un 3.5% en 2029v. Otra de las medidas más destacadas de la actual candidatura es la reinstauración del servicio militar voluntario a través de un proyecto ley con el fin de aumentar el número de soldados a 260.000 en 2035vi.
El impacto del rearme alemán en el balance europeo es doble. Por un lado, supone un incremento en la capacidad militar colectiva, ofreciendo un contrapeso frente a amenazas externas comunes, principalmente Rusia. Por otro, modifica dinámicas internas dentro de la Unión Europa, donde países como Polonia, los Estados Bálticos o Francia observan de cerca cómo Berlín articula su poder militar, buscando mantener un equilibrio entre colaboración y competencia estratégica.
Internamente, Alemania enfrenta debates significativos sobre la militarización. La opinión pública juega un papel importante en la política de defensa debido a la sensibilidad histórica hacia el militarismo. Aunque la reintroducción de un servicio militar voluntario en 2025 refleja un intento de involucrar a la sociedad civil en la defensa a la vez que se mantiene la tradición pacifista del país, existe una parte notable de la población que se opone a cualquier forma de militarización.
En términos geopolíticos, una Bundeswehr más fuerte permite a Alemania aumentar su autonomía estratégica dentro de Europa en un marco de cooperación. Su apuesta por el rearme no significa que Berlín esté actuando de forma unilateral, pues el objetivo explícito es fortalecer la defensa colectiva y contribuir a la seguridad continental para reforzar la posición de la UE como actor global. Sin embargo, el hecho de que Alemania sea la mayor potencia económica europea se traduce en una capacidad de influencia aumentada que, si no se gestiona cuidadosamente, podría desequilibrar la dinámica de decisiones en materia de defensa dentro de la Unión.
En conclusión, el cambio de rumbo alemán en defensa representa un giro histórico que reconfigura el balance de poder en Europa. Aunque su apuesta militar contribuirá a una UE más autónoma y resiliente, también implica la necesidad de coordinar estrechamente con la OTAN y otros socios internacionales. De cara al futuro, este proceso se integra en un contexto global marcado por amenazas híbridas, tensiones crecientes con Rusia y desafíos emergentes como la seguridad cibernética, la inteligencia estratégica y la proliferación de tecnologías militares avanzadas. La manera en que Alemania integre su capacidad militar en la defensa colectiva determinará la eficacia de las alianzas europeas y su posición en la reconfiguración geopolítica global.
Rocío Hernando, Analista
