Aviso: si te unes a la comunidad “ATLAS – Difusión“, tus datos públicos de WhatsApp, así como tu número de teléfono, serán tratados por la Asociación Atlas Gobernanza Global (ATLAS) para remitirte, a través del canal de avisos de la comunidad de WhatsApp, comunicados sobre futuros eventos de ATLAS y sus colaboradores.

EL SERVICIO SECRETO DE EE. UU: DE PROTEGER BILLETES BLINDAR PRESIDENTES

Pocos organismos despiertan tanta fascinación y misterio como el Servicio Secreto de Estados Unidos. Con una estructura marcada por la disciplina, hermetismo operativo y una preparación altamente especializada. Se ha convertido en un símbolo de protección del poder político y financiero. Sin embargo, esa percepción pública choca con una realidad mucho más delimitada: ¿qué ocurre cuando el Servicio Secreto no interviene en casos donde la ciudadanía asume que debería hacerlo?

Resulta, que los recientes atentados y amenazas dirigidas hacia las figuras políticas en EE. UU. han puesto sobre la mesa un debate polémico: ¿a quién protege realmente el Servicio Secreto y bajo qué criterios decide actuar? Para poder responder en profundidad a estas cuestiones, es necesario volver a sus orígenes.

Nos remontamos a sus inicios, el 5 de julio de 1865, cuando el Departamento del Tesoro decidió establecer un organismo que combatiese la falsificación de billetes, un problema persistente y generalizado, que amenazaba la estabilidad económica de la posguerra civil de Estados Unidos. El objetivo por el que se creó no era la de proteger al presidente de la nación, sino, la defensa de integridad monetaria del país. De alguna manera, aquel organismo, acabaría, tras el paso del tiempo, siendo el escudo que protegería vidas.

Dichos cambios, empezarían a producirse, tras la producción de una serie de atentados durante el siglo XIX, que detonó con el asesinato del presidente William McKinley en 1901. Y ya, desde 1902, la protección presidencial se convertiría en una misión permanente, que con el tiempo se ampliaría al vicepresidente, expresidentes, a los principales candidatos presidenciales y a dignatarios extranjeros en visita oficial.

En la actualidad, el Servicio Secreto combina dos grandes misiones. Por un lado, la protección estratégica de las máximas autoridades del país y de los eventos considerados de alto riesgo, como convenciones nacionales, inauguraciones presidenciales o cumbres internacionales, donde actúa como coordinador federal de seguridad. Y por otro, la investigación de delitos financieros y cibernéticos, en paralelo con su razón fundacional; persiguiendo fraudes bancarios, falsificación, robo de identidad y ataques digitales a sistemas de pago. A través de iniciativas como las Electronic Crimes Task Forces o el National Computer Forensics Institute, entrena a fuerzas locales y fiscales en técnicas digitales avanzadas, reforzando la capacidad nacional frente al cibercrimen.

Respecto a su composición, cabe mencionar la gran formación y preparación de sus agentes, donde se hace notar esta dualidad. Los agentes especiales son el rostro más visible, investigan delitos y velan por la seguridad de los protegidos en primera línea, formados en tácticas defensivas y antifraude. La Uniformed Division asegura el perímetro de la Casa Blanca, el Tesoro y residencias oficiales, mientras que los equipos tácticos de operaciones especiales responden a situaciones críticas. A ellos se les suman especialistas técnicos, como analistas de inteligencia, peritos digitales, médicos y conductores tácticos, todos formados en programas que combinan entrenamiento físico, táctico y técnico apoyándose en otras agencias federales.

No obstante, hay que tener presente, que, como todo camino hacia el éxito presenta incertidumbres, éste no se queda atrás. El recorrido del Servicio Secreto no ha estado exento de sombras. En 2014, varios intrusos consiguieron irrumpir en la Casa Blanca, revelando vulnerabilidades en sus protocolos. Sumados incidentes de conducta inadecuados en misiones internacionales, que desataron escándalos que obligaron a reformar procedimientos internos y someter a la institución a una mayor supervisión pública. Estos episodios trajeron a colación que, incluso la agencia encargada de proteger a las élites no es inmune.

A pesar de ello, el USSS (United States Secret Service) ha protagonizado hitos positivos. Pues, fue pionero en incorporar mujeres agentes especiales en un entorno tradicionalmente masculino y ha logrado desmantelar redes internacionales de falsificación y fraude. Además, proporciona estabilidad institucional al garantizar la seguridad de quienes ocupan la cúspide del poder, evitando vacíos de liderazgo en momentos críticos, y evita que distintas agencias federales repitan funciones innecesarias, al mismo tiempo que coordina sus esfuerzos a nivel nacional para actuar de manera organizada y eficiente. Todo ello nos recuerda que el Servicio Secreto es mucho más que la escolta del presidente. Se trata del engranaje esencial que hace funcionar a la nación, para una estabilidad política y económica de los Estados Unidos.

Nayeli Suriano Ortí