Trump amenaza con imponer un 30 % de tarifas a productos europeos y mexicanos desde agosto, ampliando el pulso arancelario que arrancó con el Liberation Day hace unos meses. Bruselas, por ahora, decide pausar represalias, aunque tiene preparadas contramedidas que podrían superar los 70.000 M€ si la situación escala.
Esto no se queda en un titular político: está redibujando el pricing del capital en Europa. Hoy las compañías trabajan con escenarios que contemplan +5 % a +15 % adicionales en tarifas, modelando el impacto directo en márgenes y en la rentabilidad de nuevos proyectos. Los spreads de deuda empiezan a reflejarlo, igual que los nuevos covenants, que incluyen triggers ligados a shocks regulatorios.
Mientras tanto, el rerouting productivo (China reforzando envíos vía Vietnam, Europa explorando Turquía o el norte de África) no elimina el problema. Solo añade más jurisdicciones y más capas de incertidumbre, que inevitablemente se reflejan en el coste de financiación.
Se ve con claridad en el pipeline de M&A internacional, donde la liquidez sigue ahí, pero muchos procesos quedan en stand by. No por falta de apetito, sino por que cuesta proyectar un marco normativo que ofrezca algo de visibilidad. Por eso crecen los earn-outs, los haircuts preventivos en las valoraciones y las cláusulas que incluyen explícitamente el riesgo arancelario. Mientras tanto, los hedge funds se mueven con soltura en este contexto: solo en abril captaron más de 4.600 M USD, aprovechando la dispersión que deja un mercado con volatilidad latente.
Y en medio de todo esto, resuenan las palabras de Jamie Dimon (CEO de JPMorgan Chase) hace unos días en Dublín:
“Europa ha pasado de representar el 90 % del PIB de EE.UU. a un 65 % en apenas 10-15 años. That’s not good. You’re losing.”
Aun así, reconoció la fortaleza estructural del mercado europeo y sus compañías, aunque subrayó que tienen “menos y menos” escala global comparado con EE.UU. Y avisó de cierta complacencia en el mercado, demasiado confiado en que Trump terminará reculando, lo que en el mercado llaman el “TACO trade”, cuando la presión económica aumente.
Porque al final, de eso va todo. El friendshoring o el rerouting pueden ganar algo de tiempo, pero no eliminan un riesgo geopolítico que ya forma parte estructural del capital. Y entenderlo sin quedarse en el ruido político es lo que permite anticipar cómo y dónde se va a mover el dinero en un ciclo donde la política pesa casi tanto como el propio negocio.