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LA GEOPOLÍTICA DEL ÁRTICO: ¿UNA NUEVA GUERRA FRÍA? 

Históricamente, la región ártica ha sido percibida como remota y hostil. Sin embargo, con el paso del tiempo ha ido evolucionando desde un espacio de exploración científica hasta convertirse en un escenario de creciente rivalidad militar y económica. Su importancia geoestratégica se remonta a la Segunda Guerra Mundial, pues los avances tecnológicos transformaron la región en corredor clave para el transcurso del conflicto. El interés por la zona creció significativamente durante la Guerra Fría, donde la rivalidad entre el bloque occidental y el bloque oriental, liderados por Estados Unidos y la Unión Soviética, respectivamente, impulsó la militarización de la zona mediante la construcción de líneas de radar, bases aéreas e infraestructura militar.

El cambio climático como catalizador geopolítico

En el siglo XXI, la estabilidad de la región ártica vuelve a ser amenazada, esta vez no por conflictos ideológicos, sino por un fenómeno global: el cambio climático. Estudios como el Informe de Riesgos Globales 2025[i] recalcan que, en los próximos 10 años, el calentamiento global ocupará un lugar central en el panorama internacional. Pese a su condición remota, el cambio climático afecta al Ártico con mayor intensidad. La región experimenta un calentamiento casi cuatro veces más rápido que el promedio global desde finales de la década de 1970[ii]. Este fenómeno, conocido como amplificación polar, va más allá del escenario medioambiental. Año tras año, el aumento del nivel del mar amenaza a comunidades costeras con mayor intensidad. La formación de ciclones, que desencadena lluvias torrenciales, también se ha convertido en un factor de riesgo ligado al aumento de la temperatura del planeta, fomentando catástrofes naturales y migraciones forzosas.

Aunque la lista de consecuencias del cambio climático es interminable, este artículo se centra en la dimensión geopolítica del asunto, principalmente propiciada por dos esferas esenciales para garantizar el poder de cualquier estado: los recursos naturales, cada vez más escasos, y la actividad económica. Se estima que la región ártica contiene vastos depósitos de minerales raros y que alberga el 13% del petróleo no descubierto del mundo y el 30% de su gas natural que está aún por descubrir[iii]. Por otro lado, el deshielo acelerado supondría la apertura de nuevas rutas marítimas viables para el comercio, que reducirían de forma significativa los costes y el tiempo de viaje de rutas tradicionales como el Canal de Suez o el Estrecho de Malaca, puntos geográficos cada vez más presos de las tensiones geopolíticas. Es por eso que aquellos países que comiencen a tomar medidas hoy para adaptarse a los cambios venideros liderarán el tablero de juego en el futuro.

¿Qué países están involucrados en la “carrera ártica”?

Los países árticos clásicos, es decir, aquellos cuyos territorios se encuentran enmarcados dentro delCírculo Polar Ártico, han sido históricamente los principales actores, interesados en asegurar sus fronteras, acceder a hidrocarburos y controlar rutas marítimas. Entre estos países se encuentran Estados Unidos, Canadá, Rusia, Noruega, Dinamarca (por sus territorios en Groenlandia), Suecia, Finlandia e Islandia. Sin embargo, el interés en la región ya no se limita exclusivamente estos estados.

China se ha definido como un “Estado semi-ártico”[iv] y busca participar en proyectos de investigación, rutas comerciales y explotación de recursos, especialmente a través de su estrategia de la Ruta de la Seda Polar. La Unión Europea, por su parte, ha incrementado su atención mediante políticas de cooperación científica y económica, buscando influir en la gobernanza de la región[v]. Incluso India, aunque situada lejos del Ártico, ha mostrado interés en la investigación polar y la participación en foros multilaterales, motivada por seguridad energética y geopolítica global[vi].

El dilema de seguridad y la militarización del Ártico

La escasez de recursos a nivel mundial ha llevado a que haya un cambio en las prioridades de política exterior de cada país, que ahora buscan garantizar su soberanía en aquellos territorios con gran potencial económico. En el contexto geopolítico actual, marcado por la tensión entre Rusia y Occidente tras la invasión de Ucrania en 2022, la competitividad en la región norte del planeta se ha visto intensificada de manera significativa. Este escenario ha generado lo que se conoce como un “dilema de seguridad”[vii], concepto que describe cómo las acciones que toma un estado para garantizar la securitización de aquellos temas o regiones que consideran fundamentales para su seguridad nacional pueden impulsar que otros estados tomen medidas análogas como respuesta y, por tanto, generar un conflicto de intereses que intensifica las tensiones existentes.

En el Ártico, este proceso de securitización se traduce de forma directa en un incremento de la presencia militar y en la construcción de bases o la modernización de infraestructuras ya existentes. Rusia ha reforzado su flota de rompehielos mediante la reactivación de naves soviéticas y la fabricación de buques impulsados con energía nuclear, posicionándose así como potencia dominante en la zona. Por su parte, los otros siete países árticos han intensificado patrullas y ejercicios en la región, tanto a nivel individual como a nivel conjunto a través de la Alianza Atlántica a la que todos pertenecen.

Esta situación convierte al Ártico en un laboratorio geopolítico donde la ciencia, la economía y la seguridad se entrelazan de manera indivisible. Aunque el índice de confrontación en la zona permanece bajo, la estabilidad de la región amenaza con desmoronarse al estar cada vez más ligada a las decisiones políticas a escala global. Por ello, el grado de militarización actual no solo definirá qué países contarán con ventaja estratégica en el futuro, sino también quiénes estarán en condiciones de imponer las reglas en una de las regiones más decisivas del orden internacional emergente.

Rocío Hernando


[i] Foro Económico Mundial. (2025). Global Risks Report. https://reports.weforum.org/docs/WEF_Global_Risks_Report_2025.pdf

[ii] Rantanen, M., Karpechko, A. Y., Lipponen, A., Nordling, K., Hyvärinen, O., Ruosteenoja, K., … & Laaksonen, A. (2022). The Arctic has warmed nearly four times faster than the globe since 1979. Communications Earth & Environment,3, 168. https://doi.org/10.1038/s43247-022-00498-3

[iii] USGS. (2008). Circum-Arctic Resource Appraisal: Estimates of Undiscovered Oil and

Gas North of the Arctic Circle. U.S. Geological Survey Fact Sheet. https://pubs.usgs.gov/fs/2008/3049/

[iv] State Council Information Office of the People’s Republic of China. (2018, January 26). China’s Arctic policy. The State Council of the People’s Republic of China. https://english.www.gov.cn/archive/white_paper/2018/01/26/content_28147602

[v] D’Ambrogio, E. (2022). EU regional policy in the Arctic. European Parliamentary Research Service (European Parliament). https://www.europarl.europa.eu/RegData/etudes/BRIE/2022/729464/EPRS_BRI

[vi] Singh, M. (2024). India in the Arctic: Legal framework and sustainable approach. The Arctic Institute. https://www.thearcticinstitute.org/india-arctic-legal-frameworksustainable

[vii] Herz, J. H. (1950). Idealist Internationalism and the Security Dilemma. World Politics, 2(2), 157–180. https://doi.org/10.2307/2009187