Timor Oriental, una nación desconocida para muchos, forma parte de la amplia comunidad iberófona al haber sido una provincia ultramarina portuguesa. Colonizada por Portugal a principios del siglo XVI, no fue hasta 1951 después que se la reconoció como parte integral del territorio luso. No fue hasta mediados de los años setenta, con los procesos de descolonización de la ONU en marcha, que Portugal abandonó la provincia e Indonesia aprovechó la oportunidad para invadirla. Esta ocupación duró más de 20 años hasta que, en 1999, se llevó a cabo un referéndum de libre autodeterminación amparado por las Naciones Unidas. La mayoría de la población votó por la independencia, la cual se ejecutó de manera oficial en el año 2002 con la creación de la República Democrática de Timor Oriental, convirtiéndose así en el primer país fundado en el siglo XXI.
Desde entonces, la trayectoria de esta pequeña nación ha estado marcada por su esfuerzo por consolidarse como un Estado democrático. Eso sí, durante este periodo Timor Oriental no ha estado libre de crisis internas, corrupción y conflictos sociales. A pesar de las dificultades, ha logrado fortalecer su sistema político mediante elecciones regulares y cierta alternancia en el poder. Un factor clave de esta evolución ha sido la gestión autónoma y nacional de sus recursos naturales, como el gas y el sándalo, un logro que no muchas naciones de mayor antigüedad pueden reclamar. En las últimas dos décadas, Timor Oriental también ha avanzado en su política exterior, buscando mantener y mejorar sus relaciones con países vecinos, incluso con su antiguo ocupador, Indonesia. Todos estos esfuerzos parecen encaminados a alcanzar un objetivo que ha estado en la mira de la joven nación desde hace tiempo: integrarse plenamente en la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático) y así consolidar su presencia en la comunidad internacional y convertirse en un actor relevante en el sudeste asiático.
Para lograr ser miembro pleno en la organización, Timor Oriental debe cumplir ciertos requisitos legales, económicos e institucionales. Los más importantes serían adherirse a la normativa de ASEAN y ratificar sus instrumentos legales. Además, deberá impulsar ciertas reformas económicas en torno a su integración en el mercado regional, lo que implicaría equilibrar la apertura con su control de los recursos estratégicos. Otro desafío es la cooperación respecto a la seguridad, lo cual es entendible considerando que se trata de un Estado joven que estuvo más de 20 años bajo ocupación extranjera. Estos factores pueden dificultar su integración completa, y de momento la nación solo ha cumplido 66 de los 84 requisitos necesarios, aunque se espera que avance hacia su adhesión plena en la cumbre de octubre de este año.