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¿VUELTA AL CONFLICTO EN COLOMBIA?

El fallecimiento del senador Miguel Uribe el pasado 11 de agosto tras ser disparado en junio, la explosión de un coche bomba en Cali el 21 de agosto y el derribamiento de un helicóptero de la Policía Nacional el mismo día en Antioquía, parecen ser signo de una vuelta a la violencia en Colombia. Estos hechos, atribuidos a las denominadas disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP), ponen en tela de juicio, una vez más, que la Paz Total soñada desde que en 2016 Timochenko y Manuel Santos firmaran el Acuerdo Final vaya a hacerse realidad próximamente.

Durante más de 50 años Colombia fue sede de un conflicto armado que enfrentó al Estado, grupos paramilitares y guerrillas, enraizado en conflictos políticos, la desigualdad social y el control territorial. Con miles de víctimas mortales, desplazamientos y de todo tipo de violencia, el conflicto parecía llegar a su fin cuando en 2016, tras varias reformas, el Estado aprobaba un Acuerdo por el que una de las principales guerrillas, las FARC-EP, dejaban las armas y por el que se instauraba un modelo restaurativo que buscaba su reintegración a la sociedad.  No obstante, este documento de implementación progresiva ha enfrentado diversas dificultades que no nos permiten afirmar que, en algún momento, haya cesado la violencia: desde la ausencia de voluntad por parte de sucesivos gobiernos hasta la falta de recursos o, mismamente, la actividad de actores armados que no alcanzaron los mismos compromisos, como, por ejemplo, el Ejército de Liberación Nacional (ELN).

Hoy preocupan los últimos eventos en tanto atribuidos a las denominadas disidencias, grupos armados cuyo origen se encuentra en miembros de las FARC-EP que en 2016 se negaron a firmar los acuerdos, siendo los dos principales los del Estado Mayor Central (EMC) dirigido en su momento por Gentil Duarte, actualmente por Iván Mordisco y la Segunda Marquetalia, liderado por Iván Márquez. Es importante señalar que no son hechos aislados ni indican que estemos, precisamente ahora, volviendo a la violencia. La magnitud de los hechos recientes por los sujetos afectados y su localización ha supuesto un golpe mediático, pero siempre hubo conflicto en la periferia. Además, esta violencia sigue un nuevo paradigma respecto al conflicto. En primer lugar, como recordaba Jerónimo Ríos en la reciente entrevista conferida en Cinco Continentes[1], debe tenerse cuidado en la calificación de estos grupos armados como disidentes, pues la mayoría de sus miembros han sido reclutados con posterioridad a la firma de los Acuerdos y pocos son los altos mandos de las antiguas FARC que estén involucrados, a lo que se suma la lejanía estructural y doctrinal de las que fueron en su momento las guerrillas[2]. Además, en este nuevo periodo de violencia el control del negocio ilícito ha dejado de ser un medio para ser nuclear, enfrentando también a herederos de grupos paramilitares, como es el Clan del Golfo.

La Paz en Colombia siempre ha sido un proyecto ambicioso por el número de partes y la necesidad de contextualizar el conflicto con cada uno de ellas. Además, con el paso del tiempo, el contexto varía, los problemas se ahondan y los desafíos son mayores. La violencia no ha vuelto en el mismo paradigma que en el siglo XX. Y tampoco renace ahora. Cambia y evoluciona desde 2016, y ahora, en el contexto electoral, los grupos armados buscan llamar la atención a través de los medios: siguen ahí y los gobernantes no deberían dejar de priorizarlos.

[1] Borrego, M. (Presentador). (2025, 5 septiembre). Repunta la violencia en Colombia. [Pódcast de audio]. En Cinco Continentes. RTVE.

[2] Perilla, J. C. G., & Cetina, A. W. C. H. (2024). Las disidencias de las FARC-EP: ¿continuación de esta guerrilla o nuevos grupos criminales? Política y Sociedad, 61(2), e87249.

Teresa Izquierdo